

Hoy en día en todos lados no se escribe ni se habla de otra cosa que del estatuto de Cataluña. Y, como se acostumbra a decir, las opiniones son como los cuernos: todo el mundo tiene alguno. Hay gentes que se llaman de izquierdas que lo defienden a muerte, contra “esos fachas retrógrados de Madrid”. Hay gentes que se dicen de derechas que la atacan, previendo el fin de la España unida. Hay personajes autodenominados liberales, que “siempre defienden las libertades de los oprimidos”, que se rasgan las vestimentas porque todo el mundo tiene derecho al autogobierno. Otros, por el contrario, claman contra los catalanes rojillos que no se dan cuenta de que el Estatuto, la ley contra el aborto, la de los matrimonios de maricones y demás se están cargando el país.
Yo me pregunto... ¿qué es una nación? Según “El Pequeño Espasa”:
“Un conjunto de personas de un mismo origen étnico, y que generalmente hablan el mismo idioma, tienen una tradición común, un mismo territorio, y la conciencia de un común destino.”
¿Tradiciones? Cada pueblo tiene las suyas, así que no se puede decir que constituya un criterio decisivo.
¿Territorio? Ahora mismo, comparten el mismo Cataluña y España; uno se encuentra dentro del otro, por lo menos ahora. En su momento Cataluña llegó a pertenecer a Francia, en otro al reino de Aragón. Ahora es España (parte de ella).
¿Idioma? En Argentina hablan el mismo que aquí y nadie pone en duda que es otro país. Un idioma expresa muchas cosas, pero no distingue fronteras. Hoy en día no. En su momento sí, e históricamente sí tiene una importancia decisiva. Pero “actualmente” no estamos en el pasado. Estamos, como su propio nombre indica, en la actualidad, en el presente. Actualmente no quemamos a la gente en la hoguera. La juzgamos. Bueno, hay países que hacen cosas parecidas.
¿Etnia? ¿Se diferencia físicamente un catalán de un extremeño? ¿Si eres hijo de catalán y andaluz (muy habitual), tienes etnia andaluza, catalana o venusiana? ¿Por nacer aquí eres de etnia catalana? Son preguntas muy abiertas...
¿Conciencia de destino común? Sólo hay que mirar las elecciones para ver que el único destino común de Cataluña era librarse del poder que no escuchaba al pueblo a la hora de ir a guerras. ¿Existe algo en Cataluña que divida tanto a la gente como la política, en general y como el nacionalismo de salón en concreto?
Actualmente, la sociedad se está homogeneizando. El centro de cualquier capital europea, por ejemplo, es prácticamente idéntico, y uno no sabe ya si está en París, Londres o Valencia. Internet ha trazado millones de lazos entre gente de cultura, tradiciones, territorios y lenguas diferentes. ¿Es bueno esto? No lo sé: tiene cosas buenas y malas. Lo que es cierto es que hay más comunicación entre las gentes de los más diversos lugares. ¿Somos ciudadanos del mundo, como decía el filósofo Diógenes?
No se puede negar que el haber vivido en un lugar u otro condiciona, otorga una socialización, una cultura concreta. ¿Pero legitima ello para proclamar la pertenencia a un territorio con superioridad-indiferencia-desidia hacia el resto?
Un profesor que tuve dijo una vez, en una entrevista, que su patria eran sus libros, sus discos y sus amigos.
Luppi, en “Martín (Hache)”, comentaba en un diálogo de la película algo así como “la patria es un invento para mantenernos engañados. ¿Qué tengo yo que ver con un tucumano? Lo mismo que con un vasco o un catalán: nada.”
¿Por qué hay ese ardor en defender la nación catalana por parte de unos, y por atacarla, en otros?
La respuesta, mi respuesta, es por MIEDO.
La gente que se considera catalana tiene miedo, rabia, al imperialismo castellano de antaño, el que no veía con buenos ojos que unos tíos del norte hablaran diferente y o hicieran X cosas de modo alternativo al habitual. Los hacía esto diferentes? A ojos del resto de España sí. ¿Lo eran?
La gente considerada española ¿por qué se obceca en rajar del estatuto? Por MIEDO a que se disgregue España. ¿Y por qué tiene ese miedo? ¿No es lo mejor que la gente haga lo que desea? Si alguien no quiere estar en un sitio, que se vaya es lo más conveniente para ambas partes, no? Entonces, ¿de qué tiene miedo? Aquí caben mil respuestas. El miedo a perder la gran industria que hay en Barcelona (no en Cataluña, por cierto), que da pasta parece una de las más sensatas. Porque si ya mucha gente del resto de España no considera a los catalanes españoles, ¿a cuento de qué viene ahora lamentar que quieran más autogobierno?
Otra gran cuestión viene dada por la condición de catalán. ¿Qué significa eso? “Jo és que em sento català, no sóc espanyol, mai no ho admetré”. Alto ahí. No existen documentos que acrediten que uno es catalán, ni andaluz ni gallego. Sí lo hay que dice que uno es español. “M’importen una merda el que diguin uns papers”. A la mayoría también nos importan una mierda lo que diga nuestro jefe, pero mientras trabajemos para él y nos dé un sueldo a fin de mes, lo tendremos que obedecer o , por lo menos, hacer ver que lo hacemos. La gente no es catalana, se siente catalana. Desgraciadamente o no, la gente sí es española. Nos gustará o no, querremos cambiarlo o no, pero es así. Partiendo de este inicio, las cosas son más fáciles y menos provocadoras. Me indigna cuando alguien dice: “Los madrileños nos odian a los catalanes por querer algo que nos pertenece”. Espera, ¿quién eres tú para hablar por todos los catalanes? Además, ¿a quiénes consideras catalanes? ¿A los que hablan catalán y viven en Cataluña? ¿A los que hablan catalán y viven en Badajoz? ¿A los que viven en Palau de Plegamans y no saben decir nada en catalán? ¿A quién? ¿Soy menos catalán que ellos por eso? Si hablo castellano, ¿también soy menos catalán? ¿Y eso como se mide? ¿Eres realmente catalán?
La gente que más interés muestra en defender una causa acostumbra a ser la que más inseguridad siente sobre ella, y por tanto, más cree que necesita mostrarlo una y otra vez. Hitler era de origen judío. Roviretxe, aragonés. Es como la persona que tiene un defecto físico muy evidente y a veces es precisamente la que más mala leche tiene: necesita demostrar(se) constantemente que es válido. El que ya sabe que es algo no necesita echarlo en cara. Esto me trae a la cabeza a algunos hijos de inmigrantes andaluces o castellanos (aunque esa palabra esté mal usada) que parecen renegar de tal condición. ¿Por qué? Muchos unen el tradicional complejo de inferioridad español al victimismo catalán y sale lo que sale.
Luego, el ser más reaccionario catalanista, que se escandaliza de que la leche no esté etiquetada en catalán (por dios, ¡es sólo un asunto de dinero!) o que Madrid tenga diez líneas de metro y por eso a la sexta aquí se le llame Línea 11, rechaza cualquier expresión artística, sea libro, sea disco, en catalán.
Mi ilusión es que la gente sea ella misma, que suena muy filosófico pero es lo más sano y natural, aunque quizás no lo más sencillo. Somos diferentes a nivel humano por haber nacido, vivido, etc en un lugar determinado? No. Entonces, ¿por qué subrayamos esa diferencia?” Los derechos históricos dicen que...” A la mierda la historia! Si seguimos al pié de la letra la historia, ¿Por qué no deberíamos echar de la UE a Alemania, que siempre acaba provocando guerras mundiales? La historia es ahora, y sólo hay que mirarla para no repetir errores del pasado, no para perpetuarlos. Si hubo una vez en que unos españoles hideputas sodomizaron a Cataluña, no por eso se debe ahora dar caña y despotricar de todo lo español no catalán. A ritmo de ojo por ojo el círculo no acabará jamás. Parece que en esta comunidad autónoma el que se aplica a rajatabla la teoría de “el que no está conmigo está contra mí”, propia de psiques paranoicas y acomplejadas. Nací y vivo en Cataluña, me siento español, también catalán, prefiero hablar en castellano , no me gusta el Barça ni lo que dice representar, amo la música en catalán y me ducho diez veces por semana. ¿Y qué?